La imposición de los coches eléctricos

Imponer por ley el coche eléctrico no es una solución acertada y podría perjudicar gravemente a la industria europea. Así lo advierten John Elkann, presidente de Stellantis, y Luca de Meo, CEO de Renault, en una entrevista conjunta con Le Figaro.

Ambos alertan de que, si Europa no corrige el rumbo, perderá su capacidad industrial y se convertirá en un simple mercado para vehículos importados. El sector automovilístico europeo lleva cinco años en declive y aún no se ha recuperado del impacto de la pandemia, a diferencia de otros bloques económicos. Elkann estima que, de seguir así, el mercado podría reducirse a la mitad en diez años.

Para De Meo, el problema clave es la falta de accesibilidad: “Las normativas europeas hacen que los coches sean más complejos, pesados y caros. La gente ya no puede permitírselos.” Critica además una desconexión entre lo que la UE impone y lo que los ciudadanos están dispuestos a comprar. La actual directiva para 2035, dice, genera un mercado artificial.

Elkann reclama menos burocracia y más visión industrial: “No pedimos ayudas, sino normas claras, decisiones ágiles y libertad para innovar.” Mientras otras regiones desarrollan verdaderas estrategias industriales, Europa se ve atrapada entre una Comisión débil y Estados con poco margen de acción.

Concluyen que el coche eléctrico no debe convertirse en un dogma: sin demanda real, sin políticas industriales sólidas y sin precios asequibles, la transición ecológica fracasará, arrastrando con ella a toda la industria europea.

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